Desde muy lejos se escuchan los barullos de lo que parece ser una fiesta. No son en esta cuadra, en esta calle no hay nadie, todos se fueron. Sólo estoy yo, yendo y viniendo. Afuera, adentro de la casa. Leo en el patio, ahí donde corre el aire y las plantas comparte conmigo uno que otro mosquito.
La vista pide descanso. Entro, ordeno algo, los trastes, la ropa, limpio el polvo, me aburro, enciendo la radio para escuchar algo que rompa el silencio. Aquí no corre el viento. Guardo el mandado que traje temprano.
Salgo y corroboro, no hay nadie en la cuadra, y no porque no vivan padres aquí, sino porque el día obliga a las familias a sacarlos a pasear, a celebrarlos como no hace mucho tiempo sólo ocurría con las mamás, obvio, el día de las madres. Una buena comida en un buen restaurante, un paseo largo en un pueblo mágico, algo, que no pase desapercibido el día. En el caso de las mamás era lógico y necesario porque de ese modo ellas no cocinaban ese día, pero de los papás no lo entiendo, creo que ellos deberían pasarlo en casa con su familia. Bueno, la verdad es que no se estila ahora para celebrarlos en su día.
Lo único que sé es que la calle está desierta y, en este silencio y a merced de este viento que corre, yo puedo cerrar los ojos para invocarte, para pedirte que vengas y me abraces ahora que nadie te mira y pueda asustarse por ver a un fantasma, que vengas y me digas que todo va a estar bien y que allá donde estás y, seguramente te alcanzaré un día, me esperas con una rebanada de sandía en la mano y con un columpio hecho por ti, colgando de la rama de un árbol de ese bosque que ya no existe… Los aplausos que se escuchan a lo lejos me obligan a abrir los ojos, supongo que será la hora del pastel. No hay música, pero si risas, las risas que, desde lejos, trae el viento.
Vientos !!
Gracias por compartir
Gracias por tus enseñanzas y Amistad
Felicidades !